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Nuestras vidas están conectadas y nuestra vida social cada vez más incomunicada

  • Foto del escritor: Clara Garcia Martinez
    Clara Garcia Martinez
  • 24 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 7 may 2019

Existe una herramienta que se ha convertido en esencial en nuestras vidas. Cada vez es más frecuente encontrar una pareja en una mesa de un restaurante sin que sus ojos se despeguen del móvil. El móvil entró en nuestras vidas y parece que se va a quedar para siempre. Hoy en día, se pueden llegar a hacer muchas cosas con él: pagar recibos, videollamadas, coger un taxi, trabajar a distancia e incluso encontrar pareja.

Todos hacemos un uso diferente con él. Hay gente que lo usa simplemente para comunicarse con su gente cercana, otros lo usan para el trabajo, como despertador e incluso como un mando de distancia. Pero ahora más que nunca, con la existencia de las redes sociales, se cuestiona si esta herramienta afecta a nuestra vida social. Se ha normalizado ir en grupo a tomar algo en algun sitio, y que almenos la mitad de los presentes usen el móvil más de una vez en algún momento. Instagram y WhatsApp se llevan la palma junto con Facebook y Twitter pero no con tanta constancia como las dos primeras. Parece paradójico que estemos agrupados con amigos y a la vez estemos ignorando la conversación de la mesa para contestar a un amigo que se encuentra en otro sitio con otra gente. Nos hemos vuelto adictos al teléfono incluso estando con amigos o conocidos.


Instagram hace casi tres años creó una herramienta que parece ser uno de los éxitos más grandes de las redes sociales. “Instastory” una copia parecida a la red social “Snapchat” que está obsoleta, ha hecho que todo lo que hagamos a lo largo de nuestro día, lo compartamos en Instagram para que la gente vea qué estamos haciendo. Es tal, que si no subes una foto tomando un café, sientes como si no lo hubieras hecho. En teoría parecía que el teléfono iba a mejorar nuestra vida social, acercándonos a todos nuestros conocidos, pero en muchos casos está terminando con ella. La gente cada vez tiene menos autocontrol en gestionar el tiempo haciendo uso del móvil, creando así, una manca de tiempo vivido con nuestro entorno social. A medida que pasa el tiempo, es más frecuente empezar a ver niños con móvil y tablets. Eso provocará una adicción y una normalización a cuando sean mayores puede ser incluso mucho peor que los adolescentes en la actualidad.

El móvil puede ser una buena herramienta para unas cosas pero también mala para otras. La gente que usa el teléfono en edad temprana, les puede llegar a costar más comunicarse o afrontarse a problemas de la vida diaria. A consecuencia de esta adicción, es inevitable estar con el móvil en la mano o pendientes de él estando con gente. La mayoría de las personas no reconocen el problema que eso supone para la vida social. Pero no solo afecta a la vida social para subir fotos o contestar a otras personas, también afecta de manera laboral. Nos implica y obliga a usar el móvil para trabajar fuera de la jornada laboral y esa incapacidad de desconectar del trabajo.

Persona explorando en Instagram. Fuente propia

El móvil, además, ha conllevado problemas psicológicos a muchas personas, sobretodo en adolescentes. Redes sociales, como Instagram o Facebook, han llevado al límite a muchas personas con la obsesión de querer recibir muchos “likes” para sentirse realizado y querido. La apariencia se ha convertido en lo más importante en este mundo tecnológico para intentar caer bien a los demás y mostrar una vida más “feliz”.

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